Cuando le enseñé a mi amigo Daniel, escritor «de los de verdad», el borrador inconcluso de este Relato Corto, me animó a su publicación. Quizás sea una temeridad publicar un relato que ni yo mismo se cómo acabará, pero creo que me servirá de motivación a la vez que «obligación» y me ayudará a superar o al menos a sobrellevar esta rachilla mala que estoy pasando.
De esta manera iré publicando sin periodicidad fija, el Relato a medida casi de que vaya escribiéndolo, por lo que se admiten sugerencias e ideas sobre el avance de la trama.
Quiero aclarar que si bien la mayoría, por no decir todos los personajes que aparecen en el Relato, están inspirados en personas que viven o han vivido, lógicamente la trama es pura ficción.
Así pues, ahí va el primer capítulo, a ver qué os parece….
TusitaladecáiUnos apuntes a modo de Prólogo:
Salvador C. (Cádiz 1962) Vividor español y apasionado de su «Cái». A pesar de una dura infancia en la que se vio obligado a abandonar los estudios a los doce años para ponerse a trabajar en las más variopintas ocupaciones (repartidor de tartas, trabajador en los muelles de Cádiz, botones, Administrativo, e incluso de las oficinas pasó a los restos de un naufragio.
Desde siempre aficionado a la lectura, su interés por cuanto le rodea no ha dejado de crecer jamás, y en base a una enorme formación autodidacta, comenzó trazando esbozos de relatos, muchos de ellos no publicados, con los que ha reinventado su ciudad natal, a través de estrambóticos personajes, conspiradores, castizos o simplemente «Gaditas», y muchos de ellos con una gran carga personal, plasmándose a sí mismo en sus propias hojas.
Pero a pesar de transmitir emociones y sensaciones diarias, sencillas y bellas, con un toque de aventura y buen humor, lo que más se percibe en todas sus obras es la motivación que le mantiene despierto día a día: Sus enormes ganas de vivir.
Daniel Martínez Mariño
Ares (A Coruña) CAPITULO I
¡Venga, vamos a empezar! Las parejas como siempre, ¿no? Pacote conmigo y tú, Carapapa, con Pepe el guardia.
¡Niñooo, trae cuatro tercios de Cruzcampo! Y apúntaselo a Pepe que, a día de hoy, ya habrá cobrao la extraordinaria.
– ¿Ya empezamos…?, venga, ponla. Pero es la última. Quien no tenga dinero pa vicios, que no los tenga.
Tras lo cual, proveniente de sus enormes y orondas posaderas, sonó un atronador ruído, acompañado de un indescriptible y fétido olor, que hizo que todos los parroquianos que nos encontrábamos en el bar “La Fama”, más conocido en el barrio por el “Bache del bizco”, saliésemos por patas de tan elegante y distinguido local huyendo de tan mortíferos efluvios . Si bien, en honor de la verdad y atenuante del Guardia, diré que el local del bizco, con o sin peo, olía normalmente a rayos.
“La Fama” era un pequeño local, de no más de 30 metros cuadrados, con una pequeña barra de madera tras la cual, se encontraban sobre unos estantes las botellas de licor, una máquina de café y una nevera. Un par de mesitas con sillas completaban el mobiliario. Al fondo, en un rincón, se amontonaban cajas de cerveza vacías y dos barriles de vino de Chiclana junto a los que lucían apiladas cinco cajas de “Mirindas”, cuya visión normalmente despertaba la curiosidad de los escasos nuevos clientes que, más por despiste al no ser del barrio que por voluntad propia, acudían al local. La pregunta era inevitable: ¿Aún existen las “Mirindas”? Siendo informado por algún asiduo que, al carecer el bar de váter y aprovechando la coyuntura de una avería de las tuberías de aguas mayores de la finca, para cuya reparación fue preciso socavar precisamente por aquel rincón. Pacote, el Fontanero, se las ingenió para conectar un meadero que al carecer de las más mínimas condiciones higiénicas y, por ende, de cualquier tipo de requisito que para ello dispone el Ayuntamiento, hacía necesario su ocultación, lo cual fue resuelto con gran ingenio, colocando encima las mencionadas cajas de ese brebaje, autodenominado “bebida refrescante”, muy de moda en aquellos lejanos años 80. Y allí seguían las últimas antes de que desapareciera del mercado. Según se decía por aquel entonces, tras haber ingerido el repugnante refresco varios “Mirinderos”, la habían espichado tras varios días de inconmensurables cagaleras, delirios, estertores y morisquetas. Tan sólo uno de los afectados logró sobreponerse, un tal Ernestino Cagajon, vecino de Cangas del Oxete, provincia de Ourense. De aquella terrible experiencia le habían quedado a Ernestino terribles secuelas, siendo las más notorias unas inoperables hemorroides del tamaño de un melocotón de Calanda y un encogimiento de las meninges, que según D. Casto Tranchete, párroco del pueblo, era el causante de su reiterada negativa a votar al PP.
La clientela de tan selecto garito estaba compuesta, como no, por borrachines, gandules y todo tipo de gente de mal vivir. Tan sólo estaba vetada su entrada a todo aquel que tuviese relación con los estupefacientes, ya fuesen drogatas, o aquellos que trapicheaban de una u otra forma con ello. Y no es que nadie les negase jamás la entrada, nada de eso. Ellos tenían su propio lugar de esparcimiento pocos metros más allá en el bar “El Torete”, un antro igual de cochambroso que el del Bizco, con la única diferencia de que mientras pasabas por, llamémoslo así, nuestro cuartel general, la partitura de sonidos habitual consistía en alguna que otra arcada, un eructo, acaloradas discusiones sobre fútbol, el ruido de las fichas de dominó o algún que otro pedo de Pepe del Guardia, De “El Torete” tan sólo emanaba ese estrepitoso y machacón ruido que la juventud de hoy ha dado en llamar “Música”, acompañada de un tremendo pestazo a canuto.
Pero bueno, volvamos al desfile procesional y a Pepe el Guardia. La criatura ya venía avisando desde la cuesta de la Jabonería, andaba apretando las cachas del culo y a pesar de soplar un fuerte viento de poniente bastante desagradable que obligaba a procurarse un buen abrigo, con gran preocupación por mi parte, observé uno de los síntomas inequívocos de que se avecinaba “Tormenta”. Por su frente corrían goterones de sudor que más bien parecían de parafina por su brillo y espesura.
El estruendo junto al pestazo, en un principio dejó paralizados a tan piadoso público que abarrotaba las calles. Las Autoridades civiles, eclesiásticas y militares, que encabezaban el cortejo, intentaron guardar la compostura que su cargo les exigía , incluso “El gitano rubio” intentó continuar con la Saeta que en esos momentos dedicaba al Cristo melenudo, hasta que emitió un leve gorgorito y perdió el conocimiento, se hizo un silencio sepulcral. Fue entonces, cuando un gracioso gritó: ¡¡¡ La guerra química ha empezado!!! ¡¡¡Esto es Ántrax!!! Era la época álgida de la Guerra del Golfo, que más bien pudiera llamarse de “Los Golfos” con Bush y el inglés a la cabeza, seguido de nuestro “josemari”, y claro, el personal andaba pelín sensible. A toda la multitud, le vinieron a la memoria aquellas frases de nuestro por aquel entonces Presidente, jurando y perjurando la existencia de armas de destrucción masiva en poder del enemigo. Aquello fue horrible, la muchedumbre enloqueció. Miles de personas corriendo despavoridas, el Sr Obispo pisoteado, los costaleros huyendo por patas…. Balance oficial casi 50 heridos, la mayoría por aplastamiento. La Señora Alcaldesa Dña. Teófila Martínez, víctima de un ataque de nervios, fue localizada en la Plaza de La Candelaria, con la peluca del Nazareno en la cabeza desfilando y moviendo el bastón de mando de la ciudad cual majorette, mientras gritaba: ¡¡¡ Gibraltar Español!!!
Por tres veces, pasó Pepe el Guardia el Tribunal para que le concediesen la Invalidez y por tres veces le fue rechazada. Después de lo de “La Campanario”, nadie quería poner en peligro su cómodo puesto de funcionario. Imagínense si llegaba a oídos de Pedrojota, Carmele Marchante o esa eminencia del periodismo de investigación llamada Lydia Lozano, que a un tío en Cádiz le habían concedido dicha prestación por el mero hecho de tirarse peos. El escándalo sería de aúpa.
En una cosa sí que coincidían en el Ayuntamiento, a Pepe había que quitárselo de encima, por lo que el SIMPOLO (Sindicato Policía Local), incluyó en su XXI convenio laboral una cláusula innegociable para su firma. Fue aprobado en el pleno por mayoría absoluta y desde entonces, Pepe se encontraba de vacaciones indefinidas.
Todas las tardes, desde hacía años, para matar el tiempo, echábamos una partidita de Dominó pues como dije al principio ninguno de los cuatro por una u otra razón teníamos otra cosa mejor que hacer.
Fue una semana atrás, en plena partida cuando empieza la historia que les quiero contar….
>He llegado a su blog a través de evolucionamuerte.blogspot.com, y he de decirle que me parece muy interesante. Opiniones muy sabias y meditadas, y una dosis de humor que siempre es necesaria. Espero que este relato continúe y que nos deleite con muchísimo mas.Un cordial saludo.
>Oye, el negro que tienes escribe muy bien, pishita. Ya podías haber dicho que te escribían un blog…. He estado merodeando sólo un ratito, porque mañana tengo que dar una sesión clínica (Traumatismos en festejos taurinos, sí en serio), pero ya profundizaré en él los próximos días… PD.: Siento mucho que hayas perdido a tu amigo Manolo. Feliz carnaval. Recuerdos para tu chica y los vástagos.
>YO YA TUVE LA SUERTE DE LEER ESTAS PRIMERA LINEAS Y ALGUNAS MAS EN UNA OCASION, Y MAS DE UNA VEZ PREGUNTE SI CONTINUARIAS CON EL EL RELATO, HOY ME HE ALGRADO MUCHO DE VOLVER A LEERLAS Y CONFIO EN TU PERSEVERANCIA Y BUEN HACER PARA NO DEJARNOS CON LA MIEL EN LOS LABIOSHOY COMO AQUEL DIA TE VUELVO A DECIR QUE ME GUSTA LA IDEA, ME ENTRETIENE Y DIVIERTECONTINUA, ESPERO QUE ESTO SOLO HAYA SIDO UNA AVANZADILLAMUCHOS BESOS PARA LOS CUATROS