CAPITULO V
Aquella mañana, mientras tomaba su café en el club de empresarios D. Antolín Mier de Cilla, no pudo evitar dar un salto de alegría. Menudo notición acababa de leer en el Diario de Cádiz: Hipólito Gómez Tristón, muerto. ¡Cojonudo!, un pordiosero menos y sobre todo un inquilino que dejaba libre uno de sus “partiditos” con renta antigua. No tendría ningún problema en encontrar un nuevo inquilino cobrándole 4 o 5 veces más de lo que le pagaba el borrachín de Hipólito, ese desgraciado al que apodaban en su barrio algo así como “Pesqui” , “Pesco”…… o que se yo. Daba igual como se llamara ese paria, ahora mismo iría a cambiar la cerradura, no fuese que algún “ocupa” invadiera su propiedad, además, el muy desgraciado le debía dos meses de alquiler y de una u otra forma pensaba cobrarlos.
Rápidamente se dirigió a casa de Hipólito. Por el camino practicaba su juego favorito, que consistía en ir contando las fincas de su propiedad que se encontraba a su paso: 1, 2, 3, 4,…7,… Durante años ejerció como Director de la sucursal del Banco Hispano Americano, a la vez que se benefició siempre que pudo realizando directamente o participando en negocios no siempre legales relacionados con la especulación inmobiliaria. Fue uno de los que trincó una millonada cuando en los años 80 construyeron en lo que fue la Plaza de Toros de Cádiz un buen número de viviendas de lujo de 50 millones de pesetas de las de hace 30 años, y aunque para la historia el ultimo festejo que se celebró en la malograda plaza fue del “Bombero Torero”, para muchos gaditanos la última “cuadrilla “ que pisó el albero, estuvo formada por rateros de guante blanco, ventajistas y afectos al Regimen, que lograron su demolición para dar semejante pelotazo inmobiliario, que para mas inri fue celebrado con gran algarabía por el pueblo llano, al que convencieron con la milonga de que durante la guerra civil, se utilizo como lugar de fusilamiento. Esto era cierto, pero si por ese motivo hay que derruir una finca, plaza de toros, campo de fútbol o cualquier sitio donde los fascistas cometieron todo tipo de atrocidades, tendrían que tirar medio Cádiz. Empezando por el Castillo de San Sebastián, escenario del primer fusilado en Cádiz, el Gobernador Zapico, por orden de un compañero de armas, (pues Zapico era militar) y lo que es la vida: mientras al traidor se le puso una avenida a su nombre, Zapico 75 años después, sigue siendo un desconocido en Cádiz.
Volviendo a la vida y obra de D. Antolin, años después, su nombre sonó como uno de los principales “asusta viejas” de la ciudad que presionan a inquilinos que pagan alquileres bajos para que abandonen sus viviendas y poder comprar así los inmuebles en los que viven (para demolerlos y construir nuevas viviendas o simplemente para conseguir mayores rentas). Eso precipito su “prejubilación” del Banco, pero poco le importaba, pues para entonces ya era inmensamente rico.
Continuará…
>Muy bien, Salva. A seguir escribiendo. Ya os llamaremos cuando el tiempo sea propicio. Mientras tanto, un abrazo nuestro
>Muy bien , Salva. A seguir escribiendo. Ya os llamaremos cuando el tiempo sea propicio. Mientras tanto, un abrazo nuestro
>Bien , Salva. A seguir. Ya os llamaremos cuando el tiempo sea propicio. Mientras tanto, abrazos nuestros.
>Gracias Carlos. Perdona, ¿Nos conocemos?Un saludoSALVA
>Muy interesante lo que escribes, me gustó mucho el relato de tu caty, felicitaciones
>Muy bueno. Tu estilo literario me recuerda al de Eduardo mendoza